¿Cómo podemos gestionar nuestras emociones?

Cualquier persona puede hablar en público sin que los nervios le sobrepasen, pero eso no quiere decir que esa persona no sienta nervios en algún momento de ese proceso. ¿Sabes cómo lo habrá conseguido probablemente? Con una buena gestión emocional.

Según diversas investigaciones,
la forma en que interpretas tus emociones puede cambiar la forma como las vives. La forma en que reacciones frente una emoción en concreto condicionará cómo actúa sobre ti.
Nuestra mente interpreta esos nervios como algo positivo, es decir, tal vez como entusiasmo tras realizar una gestión emocional de manera inteligente, así, esa ponencia, con mayor probabilidad, saldrá mucho mejor que si nos autobombardeamos con mensajes negativos a nosotros mismos.

Claro que, las habilidades emocionales, aunque haya personas que las tienen más o menos desarrolladas, no son algo que se dominen de la noche a la mañana. Es cuestión de predisposición, paciencia y perseverancia y, por supuesto, de aplicar las técnicas para ello.

En este artículo te mostramos cómo gestionar emociones para no sufrir cada vez que se nos presenta una situación difícil.

Índice

Controlar emociones

La gestión de emociones: Claves y técnicas para controlarlas


Sucumbir a nuestras emociones nos hace sufrir, perder relaciones, no llevar una vida en paz... Pero, la buena noticia es que la gestión de las emociones se puede conseguir.

¿Cómo? Allá vamos:

1. Comprender que no hay emociones negativas

Las emociones son las reacciones instantáneas ante una situación, y las más conocidas son: alegría, ira, miedo, asco o tristeza.
No hay que olvidar que las emociones están ahí porque tienen un sentido evolutivo y una función biológica en nosotros.

Por ejemplo, si el ser humano no hubiese sentido miedo cuando un tigre de dientes de sable se le aparecía, posiblemente se hubiese extinguido en su momento. El problema viene cuando ese tipo de emoción se dispara cuando no tenemos una amenaza real, ya que esto provoca un estrés puntual innecesario que, si perdura en el tiempo, podría generar ansiedad generalizada.

Pero si entendemos que las emociones que consideramos como negativas no lo son, sino que tienen su función, al igual que las emociones positivas, podremos comprenderlas mejor, y estar más cerca de poder gestionarlas.

¿Has visto la película de Disney Pixar Inside Out (Del revés)? No queremos hacerte spoiler, pero esta película nos enseña claramente cómo las emociones, si no se controlan, pueden llegar a controlarnos a nosotros mismos y esto afectar a nuestra vida.

2. Hay que permitirse sentir las emociones para poder gestionarlas


Queremos insistir en la importancia de diferenciar un control de emociones con respecto a la represión de ellas. No es bueno reprimirlas, porque toda emoción hay que vivirla y exteriorizarla. Si acabas de recibir una mala noticia, es totalmente comprensible que sientas el deseo de llorar, no obstante, con la gestión emocional adecuada esta emoción se reconoce, se procesa y finaliza, por así decirlo, no se queda enquistada. Porque, en ese caso, una tristeza perdurable en el tiempo podría desencadenar una depresión. Pero el otro extremo, una emoción desbordada, también es perjudicial para nuestro bienestar.

3. Convertirnos en observadores


En el preciso momento en el que enfocamos nuestra atención a aquello que estamos sintiendo, se modula o matiza esa sensación. El hecho de aceptar una emoción no significa que la estemos magnificando, es observación, ver qué nos está diciendo. Si estamos sintiendo ira, en lugar de dejarnos llevar por ella, ¿por qué no nos preguntamos cuál ha sido el motivo que nos la ha provocado? Al analizar la situación, nos daremos cuenta de que nuestra reacción ha sido prácticamente automática, y aprenderemos a modular nuestro comportamiento sin llegar a ser esclavos de nuestras emociones.

4. Atención a los pensamientos


No podemos elegir qué pensamientos tener y cuáles no. De hecho, lo recomendable es dejar pasar cualquier pensamiento, y aprender a gestionar nuestras emociones para reaccionar ante ellos de la mejor manera posible.

Cabe destacar que un pensamiento no es la realidad, sino más bien un filtro de la realidad. Pero, si no consideramos a los pensamientos como filtros, no los cuestionamos y nos dejamos llevar por ellos, es posible que suframos.

Un ejemplo muy común es el de, ante un problema, en lugar de dejarnos llevar por la ansiedad que este nos genera, es relativizarlo y pensar en que puede ser un reto que seguro que podemos afrontar.

Si entendemos que todos los seres humanos pensamos, actuamos y reaccionamos de forma diferente ante situaciones similares, lograremos entender que no hay verdades absolutas y que lo que para mí es evidente y no tiene duda, tal vez para los demás no lo sea tanto.
Cano y Zea
Si interiorizamos que ante una misma situación puede haber diferentes puntos de vista, es posible que logremos una armonía con nosotros mismos y con los demás.

No tienes por qué aprender a gestionar las emociones de manera inteligente solo o sola, un psicólogo o psicóloga puede ayudarte a canalizarlas y manejarlas para conseguir un control emocional que te permita vivir la vida con bienestar.

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Y después de leer este artículo, no te pierdas cómo alcanzar la madurez emocional.

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